Al café ... ¡Chocolate! [Ludwig]

Luego de dar un largo paseo por toda la famosa escuela, únicamente le restaba recorrer la cafetería, lo cual le venía perfecto porque tenía un poco de hambre y sed… No podía comer chocolate sin nada para acompañar, además, hacerlo sola era muy aburrido, por lo que esperaba encontrarse a alguien interesante para hablar.

En fin, abrió la puerta y descuidadamente pasó sin mirar hacia ningún lado, simplemente sonriendo y suspirando, sumergida en sus pensamientos extraños como “¿Si fusiono un gato con un chocolate, sería un gato de chocolate o un chocolate con forma de gato?”. Realmente tonto, sí.
Estaba algo cansada, así que se estiró y sentó en una silla cerca de una ventana grande y bonita que había por ahí, dando un gran bostezo, mientras llevaba la mano a su boca para cubrirse.

-¡Aaaaaaw! … ¿Un lugar tan grande e impresionante y todavía no encontré a ningún ètudiant? – Susurró, según ella, pero resonó por la vacía habitación.

Ya aburrida se levantó, dio unas cuantas vueltas y volvió a la silla, no tenía nada que hacer, estaba destinada a estar sola en ese frío y oscuro lugar… Bleh, y no es que no le afectara, estaba tan, pero tan aburrida que simplemente cerró los ojos y con el cálido reflejo del sol sobre su rostro se durmió ahí, sentada… Haciendo unos extraños ruiditos bastante chistosos que solía hacer siempre que descansaba luego de estar tan devastada, o algo así.

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Sintió unos pequeños movimientos, pero estaba tan cansada que sólo atinó a decir, entre susurros – Hermano, basta, déjame dor…- Abrió uno de sus ojos y no pudo acabar la frase al encontrarse con un chico a su lado, tratando de despertarla, no tenía ni idea de quién era, pero aún así era una persona y a ella le gustaban mucho las personas.
No tardó nada en levantarse de golpe, con una gran sonrisa en su rostro, mientras con sus manos se acomodaba un poco el cabello y se refregaba los ojos.

– ¡Hallo! – Se cubrió la boca antes de bostezar, nuevamente. – Disculpa, estaba cansada y simplemente me dormí… – Sacudió su cabeza una o dos veces y observó al chico – ¿Cómo te llamas? ¿De qué país eres? ¿Qué edad tienes? ¿Qué te gusta hacer? ¿Estás en algún club? … – Comenzó a preguntar, sin intención de asustar a nadie, pero con mucha curiosidad, era la primer persona que veía por ahí, tenía que aprovechar realmente.

– ¿Tu cabello es así naturalmente? Me gusta ese color… Bueno, me gustan casi todos los colores… – Sonreía con mucha emoción, aunque sentía que agobiaba al pobre y dejó de preguntar.
– Lo siento, fui muy rápido… Yo soy Emma y vengo de Bélgica, y es que me encantan las personas y culturas y todo eso… – Luego de hablar tanto no quería parecer descortés, así que de su bolso sacó una cajita negra con una cinta roja y amarilla que decía en la tapa “Koninkrijk België” [Reino de Bélgica en holandés] y cuidadosamente la acercó hasta él. – Toma, son para ti, es chocolate de mi país, quiero que todo el mundo los conozca, son deliciosos… Puedes quedártelos, y comerlos, claro… – Rió y se quedó observándolo descuidadamente, apoyada en la mesa.

– Por cierto, bon appetit~.

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Afrontó todas las respuestas con una amable y enérgica sonrisa, sin dejar de observar al chico ni un segundo, le parecía totalmente impresionante y genial todo lo que le decía. Ya se veía venir la procedencia de él, tenía todo el aspecto de hombre alemán, y sí, lo sabía porque vivía en una zona cercana y generalmente se llenaba de alemanes y franceses.
Lo único que le pareció totalmente extraño fue el grado al que iba, es decir… Era de un año menos y no tenía el aspecto de ser alguien que hubiese repetido, pero se veía un poco más grande que ella, o eso aparentaba. – ¡El placer es todo mío! … Eres menor que yo, no me lo esperaba… – Dijo, luego de escucharlo.
Al ver que el alemán tomaba la caja extrañado y algo desconcertado para luego hacer una pregunta un tanto rara no pudo hacer más que reír bajito y asentir muy efusivamente, no era raro dar chocolate a alguien que recién conocía, era más bien una señal de interés, o eso creía ella.
– ¿Por qué estaría mal, Lud? – Bueno, ahora había decidido que Ludwig era demasiado largo y poco llamativo para ella y lo resumiría en un simple “Lud”, no creyó que a él pudiese molestarse así que no reparó ni prestó atención al tema. Al contrario, estaba muy concentrada en otra cosa, y eso era pensar en cómo hacía para mantener su cabello tan peinado y brillante, hacia atrás y que nunca se le moviera, para ella era un misterio, en su país la gente no usaba para nada el cabello de ese modo, al contrario, generalmente estaba alborotado y decorado con algún accesorio. Su mirada delataba su interés, no podía para nada despegar los ojos del rubio pelaje del chico.

Después de unos segundos de embobarse pensando en algo tan estúpido como era ese tema, escuchó una pregunta y se apresuró a darle respuesta. – No es descortés, no te preocupes – Rió – No estoy en clases porque desde que llegué me dediqué a estudiar y a ayudar en el taller de cocina, por eso no tuve nada de tiempo para recorrer la escuela y pedí el día para hacerlo… Luego simplemente acabé aquí… Fue raro, me la pasé yendo y viniendo pero no encontré a nadie para hablar, hasta ahora… – Suspiró y lo observó con ojos de cachorro – ¿Tú no vas a huir de mi, verdad? Porque realmente me parece fascinante la gente de otros lugares y Alemania debe ser preciosa… Pero basta de hablar de mí, cuéntame por qué no estás tú en clases… ¿Por qué se te ocurrió entrar a ésta escuela como representante de tu país?.

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Se levantó felizmente de la silla y en un rápido movimiento se abrazó al chico, con una gran sonrisa, refregándose contra su mejilla cuidadosamente para no molestarle tanto… – ¡Aaaaaw! ¡Eres menor! ¡Que tierno! ¿Quieres que te cuide y sea tu hermana mayor? – Estuvo unos segundos en esa posición y luego volvió a sentarse contoneando la cabeza de un lado a otro, con mucha emoción y obvia felicidad.

Observó la sonrisa dedicada a ella, aunque no hizo falta devolverla ya que la conservaba hacía rato, pero esto la contentó más aún, si es que era posible. Ya había desviado la mirada, sin embargo la pregunta hizo que volviera al cabello del alemán. – No, no es eso… Se me hace muy raro en realidad, en mi país no lo llevamos tan correctamente, supongo que debe notarse un poco en mi… Es chistoso, pero se ve bien. – Apoyó las manos sobre la mesa e hizo una pequeña melodía sobre ésta para acompañar el momento. El cansancio nuevamente la agobiaba pero una pregunta graciosa sirvió como “cafeína” y desató su risa.

– No planeo devorarte, pero no prometo nada… Tal vez me crezcan dientes gigantes y uñas muy largas que use para rasgar todo, luego me voy a comer tu cerebro… – Volteó hacia la ventana. – No, no es cierto… Me alegra que no quieras irte, porque me caes bien y me pondría triste si huyeras así como así, puedo ser algo molesta, pero no quiero hacer mal a nadie. – Suspiró y entrelazó su mano derecha con la izquierda.

Escuchó atentamente su corta descripción sobre su país y pensó en cómo responder la pregunta que se le había hecho. – Bélgica es lindo también, el clima es agradable supongo, o tal vez yo esté acostumbrada, y los sitios son geniales, tiene tantos lugares bonitos… Me gustaría algún día visitar Alemania, en realidad, todos los países que pueda… – Respondió.

No le convencía demasiado la respuesta que se le había dado sobre la decisión de entrar a la escuela, pero bueno, tal vez sí era esa y no era nadie para entrometerse o dudar de lo dicho. – ¿Sí? Está bien… – Comentó, con poca convicción en su voz, pero sin más respondió, nuevamente con una animada sonrisa y las mejillas algo rosadas. – Decidí venir para conocer, desde siempre me interesaron muchísimo las costumbres y personas de otros países, sobre todo porque nunca salí de mi país, ni siquiera de mi ciudad hasta donde recuerdo. Como me gustan tanto, sentía un vacío muy grande, así que me anoté a la escuela porque decidí que sería una buena manera de “conocer” a través de los estudiantes de otros países que hubiese aquí… Es decir, yo ahora, gracias a hablar contigo podría tener un poco de conocimiento sobre Alemania y la gente que hay allí, ¿No crees?. – No sabía si era una buena razón, o algo interesante que contar, aún así era la única que tenía y estaba orgullosa de haber podido decidir algo así por sí sola.

Dio una carcajada ahogada ante el sonrojo del alemán, se veía gracioso y tierno a la vez, ese rojo resaltaba el impresionante azul de sus ojos. El tartamudeo también se le hacía bastante bonito y divertido, por lo que no pudo para nada evitar sonreír. – ¿Otra hermana mayor? ¿Ya tienes una? ¡Qué genial! ¿Tienes más hermanos además de ella?... – Preguntó, bastante interesada, tal vez también estaban allí, quién sabe.
Sus mejillas también se tornaron algo rojizas cuando escuchó el halago, pero no estaba nada avergonzada. – ¡Gracias, Lud!.

Lo vio reír y notó que se relajaba lentamente, lo cual le parecía totalmente perfecto, mejor si se sentía cómodo con ella, así podrían ser amigos más fácilmente, porque ya daba por asegurado que lo serían, sí, sí. Por supuesto, no iba a hacer mala gana a nadie de aquel lugar, por más extraño que fuese, después de todo, ella era “rara” también.
– ¿Crees que soy amable y amistosa? … – Observó al rubio. – ¿Y qué opinas de la gente como yo? Puedes ser completamente sincero, no soy de ofenderme ni molestarme…

Se estiró un poco, mientras escuchaba atentamente a su acompañante, esbozando una gigantesca sonrisa al oír la última frase, realmente se sentía muy bien socializando y más si su ánimo también era correspondido. – ¡Seguro! … Gracias, ¡también estás invitado a Bélgica cuando gustes, tú, tu familia, tu hermana, todos los que gustes! Hay mucho espacio para gente nueva.

Se acomodó el lazo que llevaba en la cabeza, observando hacia la ventana tranquilamente, pero un comentario la sorprendió y extrañó totalmente, ¿algo sobre su hermano? ¿lo había mencionado?. – ¿Y-yo dije algo sobre él? ¿Y qué dije?... – Su expresión cambió y se puso un poco melancólica. – Tengo sólo uno… – La voz le flaqueaba un poco, pero volvió a sonreír lo más “real” posible. Quería cambiar el tema rápido, así que tuvo que pensar en algo velozmente, tiró lo primero que se le vino a la mente. – ¿Q-Qué me cuentas de ti? ¿De tu familia? … ¿Cómo es? ¿Tienes una historia?.

Se mantuvo sonriente hasta que se dio cuenta del sacudón de ideas que se dio el chico, tenía muchísimas ganas de preguntar sobre aquello, sobre ese “Luego de tanto tiempo…” pero no iba a hacerlo, no por ahora… Lo último que quería era que él se levantara y se fuera molesto u ofendido o algo así, por lo que simplemente se limitó a escuchar y comentar un poco entre medio algo que se le había hecho extraño. – ¿Dos hermanos más que también están aquí? ¿Pero no que de un mismo país sólo admiten dos personas, un chico y una chica? … – Cuenta con los dedos tratando de cuadrar las matemáticas. – Disculpa, pero ahí un alemán me sobra…

Esperó la respuesta o “crítica” hacia el tipo de persona que ella era con ansias, podía sonar raro, pero ella realmente disfrutaba que la gente reconociera cómo era su personalidad de algún modo y siempre quería saber qué opinaban sobre ella, o más bien, sobre el tipo de persona, por una cuestión de gusto personal… No porque le interesara demasiado lo que los demás opinasen. – Sinceramente, sí. – Sonrió, mientras escuchaba.
Se mostró muy divertida frente a todo el comentario, no se había ofendido ni enojado, para nada, al contrario. – Sí, eso creo… No sé si tenga los pies muy sobre la Tierra, en realidad, pero que no sueles hablar con personas así no me resulta muy extraño ciertamente, porque luces un poco más serio y todas esas genialidades tan… geniales. – Soltó una risita muda y se levantó a buscar algo para tomar, volviendo rápidamente con una taza de café calientito. – ¿Quieres uno también?...

Unos segundos más tarde, percatada de que ninguno de los dos quería hablar mucho sobre el tema familiar o ella, tal vez de hermandad, sonrió. – ¿Julchen? Ese sí me suena… Creo que ella es mi compañera de habitación, pero en realidad nunca hablamos. – Dio un sorbo a su café e hizo una mueca muy graciosa de “asco” por la falta de azúcar del mismo, y se levantó a por azúcar. No tenía ni idea de dónde estaba, así que hizo una pausa antes de responder, para concentrarse en dónde buscar, pero aún en ese trabajo tuvo que contestar. – Stront… Dónde está… – Suspiró – En fin, mi familia por ahí anda, en Bruselas, donde yo nací, de seguro están buscando historias y cosas así. Mi hermano, no tengo ni idea de dónde está… Y tenía un abuelo, pero falleció, luego de eso no hay nada demasiado interesante.

Se animó completamente al escuchar algo sobre la escuela. – No, bueno… Es decir, sí, hice dos… Lovino Vargas, un estudiante italiano de mi año y uno de segundo, que viene de Alemania y se llama Lud. – Rió, pensando en que seguramente al pobre se le iba a hacer raro lo que dijo – No me he tratado mucho con los de mi año porque bueno… Cuando suelo hablar me ignoran, aunque sólo algunos, otros son muy geniales… O “awesome”. – Encontró el azúcar y volvió a la mesa, para colocarla en el café, revolver y tratar de sorber de nuevo. – Esa palabra se escucha a gritos en el salón de clases… ¿Y tú? ¿Tienes amigos aquí? ¿Cómo son en tu año? ¿Te has divertido el tiempo que llevas?.

Trataba de entender toda la situación de los países y reinos pero no, nada más de lo que se le había podido explicar. – Ah, no, no encuentro el por qué, pero está bien que los hayan elegido como otro país, así pueden estar los tres, ¿no?. – Sonrió y suspiró al mismo tiempo.

–No, no realmente, a mi país emigran muchos alemanes y no son así… Es decir, sí, son serios, pero aburren… Y no me estoy aburriendo para nada contigo… – Lo decía en serio, no es que intentaba caerle bien o darle cumplidos ni nada así, prácticamente todo lo que decía era muy sincero.
Se sorprendió un poco por el comentario acerca del comportamiento de Julchen, las escasas veces que la había escuchado no le habían parecido engreídas, más bien, es que no solía juzgar a las personas antes y esas cosas, se había divertido muchísimo con los comentarios que soltaba ella de repente sobre el honor de tenerla ahí y así.

–Sí, gracias… – Sonrió por lo de su abuelo, él había sido un hombre genial y ella no caía en cuenta de que había muerto, sino que le parecía que seguía ahí y sabía que después de todo, ahora estaba en un lugar mejor. Se emocionaba mucho cuando lo veía reír, algo que le encanta es hacer reír a la gente, hacerla feliz y ponerla contenta. Aunque aquello sobre Lovi no le pareció muy extraño, porque sabía que él no era tan valiente y que Ludwig aparentaba un poco de … Seriedad y parecía ser ese tipo de personas que te golpean si te les acercas, pero en fin, no era para nada así. – Oh, Lovi, sí… No me sorprende viniendo de él…

Prestó máxima atención a los consejos que se le estaban dando, podría tal vez tener razón y eso hacía que la gente huyera de ella… Eso era lo que menos quería y estaba totalmente dispuesta a cambiar un poco para no asustar a nadie. – ¡Ah! Tienes razón, voy a poner eso en práctica, pero me va a costar un poquito… – Rió inocente y despistadamente, en serio iba a intentarlo, y estaba agradecida por la sugerencia.

Observó la caja y tomó un chocolate entre sonrisas, los había comido toda su vida, pero no se iba a cansar nunca. – Gra… – Antes de poder terminar su agradecimiento fue interrumpida por un efusivo comentario, el cual había entendido, después de todo, hablaba bastante bien, entre otros dos idiomas, el alemán. Se sintió muy alegre, lo que la hizo hacer una mueca de felicidad más notoria que las demás. – ¡Wa! ¡Te gustan! ¡Qué emoción! Me alegro, me alegro y tengo muchos más, puedes pedirme cuando quieras, cuando se te terminen o no… Hay muchas variedades y… y… ¡Aaaaw!. – Se le fue al diablo el intento de auto- conservación y se levantó a abrazarlo de nuevo. – A-ah, disculpa… – Se detuvo cuando oyó el extraño decir del chico, ¿que la gente huía de él? ¿por qué lo harían? Si era muy agradable… – ¿Por qué malvado? No hay nada de malo en la gente seria, no significa que vayan a matarte o algo de esa índole… Además no encuentro nada sombrío en ti...

Al oír el último comentario del alemán se sintió muy dichosa. Ludwig le caía muy bien y saber o al menos suponer que éste se sentía igual la contentaba en demasía. – ¡Qué bueno! También yo me alegro… ¡Estoy muy feliz, en serio!...

Spoiler:

Pudo notar un dejo de melancolía en su mirada al momento de decir algo sobre sus hermanos. – ¿Cómo que otra vez? ¿Los habías dejado de ver en algún momento? – Acabó el café y lo corrió al centro de la mesa para no golpearlo y romper la taza, cosa que solía pasarle bastante seguido. Realmente esperaba una respuesta porque era un momento exacto para comenzar a indagar sobre la verdadera historia del chico con el que estaba, así tal vez podría conocerlo mejor.

Sonrió por el comentario sobre los italianos y los tomates. – Bueno, no lo sé, tal vez sea verdad… La comida puede causar ciertas cosas sobre la gente, por ejemplo, si uno come mucho chocolate… – Ahí iba de nuevo con el tradicional dulce belga. – suele volverse muy activo… Pero aún así, no creo que influya en la personalidad de la gente… – Rió, sabiendo lo extraño que era, pero ella conocía sólo a un italiano así que no podía dar detalles sobre eso. – El único italiano que conozco, come demasiado tomate, lo disfruta mucho y es bastante asustadizo… – Susurró. – Pero no le digas que dije eso… ¿Tienes algún amigo italiano?...

– ¿No debo forzarme mucho? Sí, comprendo tu punto… – Suspiró y sonrió por la gracia que le producía el rosado en el paliducho rostro del alemán. Pero le daba algo de lástima que fuera tan tímido como para pedirle chocolate si lo deseaba, tal vez demostraba desconfianza o simplemente era su personalidad… – Está bien, si no me lo pides tú, puedo dártelo yo, como regalo… – Quedó pensativa unos segundos y comenzó a hurgar en su bolsa, como buscando algo, muy concentrada… Hasta que, tras unos minutos de “intensa búsqueda” encontró lo que anhelaba. – Mira, esto es un pequeño accesorio para el móvil, los produjimos en mi país durante el último Día del Gato y como yo ayudé y sobraron, me dieron cajas y cajas… Los estuve guardando para cuando entrara al instituto e hiciera amigos… – Tomó una de las manos del chico y posó allí un pequeño accesorio en forma de gato, hecho en madera y finamente pintado y detallado, en la parte de abajo decía “Koninkrijk België” al igual que la cajita. – Es un pequeño recuerdo, porque cuando terminen las clases tal vez no nos veamos, simplemente no quiero que me olvides~ – Sonrió cálidamente y soltó la mano del alemán dejando allí al minino.

Sus ojos se iluminaron al oír que era “una gran amiga” y luego eso finalizado con un “gracias” y una sonrisa lograron que se derritiera de ternura, provocando un leve sonrojo y nerviosismo en ella… No le molestaba para nada que le agradecieran, por ejemplo un café, un juguete o unos chocolates, pero que le agradecieran de corazón y por algún sentimiento personal realmente lograba ponerla un poco nerviosa e irremediablemente la sangre se le iba al rostro y a la cabeza. Una fina sonrisa se trazó en su rostro, algo nerviosa y entre oculta. – D-de nada Lud, yo te agradezco también, por no irte, a pesar de que tú seas algo serio y yo todo lo contrario…

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No se compadeció para nada, no le parecía triste, simplemente se le hacía algo penosa la expresión del chico al contarla, parecía que le dolía hacerlo. – Ya veo, igualmente, si te sentías apegado a ellos y los sentías como hermanos, aunque no fuesen biológicos estás en todo tu derecho de llamarlos así, ¿no te parece? – Rió un poco, estaba feliz de que él se animara a contarle a ella su historia, sabía que no era nada fácil, ni siquiera para ella que era tímida y reservada en un porcentaje menor a cero.

– Estaba al tanto de que Lovino tiene un hermano, pero no de que él estaba merodeando por aquí… – No sabía si la noticia le sentaba bien, por la felicidad de que Lovi se encontrara con un familiar, o si la hacía entristecer un poco porque él no se había molestado en decirle, ni en presentárselo. Suspiró y observó la divertida reacción de Ludwig al recibir el pequeño presente y recuerdo de su país, notó que pasó algo que no se esperaba para nada, el alemán simplemente se levantó de su asiento y la abrazó. Éste pequeño gesto la hizo sonreír de oreja a oreja y antes de que él pudiera soltarla, en una milésima de segundo correspondió el abrazo, ajustándolo a ella y apretándolo con fuerza, como si estuviese despidiéndolo y no quisiera que se fuera.

– ¡Aww! ¡Qué orgullo que te guste mi regalo! … – Antes de poder decir otra cosa vio que un papelito marcado se acercaba a ella y lo tomó entre risitas, sacando su móvil también, uno sencillo, verde y todo decorado con pegatinas de: banderitas, estrellitas, corazoncitos, gatitos y demás cosas de niña, y entre esos uno de una jarra de cerveza.– ¡Gracias!, ahora mismo lo voy a agendar a mi celular… – Lo puso bajo el nombre de “Lud-Lud” y envió un mensaje para que le quedara grabado también en el celular de él.


Se notaba que él estaba feliz por el gatito y ella lo estaba aún más por la aceptación que recibió su regalo, así que simplemente se limitó a guardar su móvil y observar fijamente con cara de tonta alegría al rubio, y se mantuvo así hasta que algo extraño sonó desde la boca del muchacho, no había entendido, ¿impulso de qué? ¿Por qué se disculpaba?. – N-no entiendo, ¿De qué te disculpas, Lud?... ¡A mi me encantan los impulsos! ¡Hacen ver el inconsciente de las personas! Es tan emocionante y genial… – Se levantó de la silla para estirar un poco, tomándose del respaldo de ésta y tirándose hacia atrás, haciendo un sonido raro y algo ¿gatuno?... – Meeeaaaoowww…

Spoiler:

Sonrió, realmente interesada en su relación familiar. Si había algo que le encantaba eran las relaciones buenas entre hermanos, que la de ella fue bastante extraña – ¿Y cómo son ellos?... Su personalidad – Observó cada reacción del alemán al hablar de sus hermanos, a ver si así podía ir sabiendo más y más, después de todo, nunca se conoce del todo a una persona.

– No es que no te crea, no… – Negó con la cabeza, volviendo a reír. – Lo que pasa es que Lovi me contó que tenía un hermano, pero si está acá nunca se tomó el trabajo de presentármelo, eso me da un poco de tristeza, somos buenos amigos y… no sé… – Trató de ocultar la mueca penosa que se le formaba, era muy fácil herirla con ese tipo de cosas, es decir, nada la puede lastimar, es casi imposible, pero la opinión de la gente que quiere puede modificarla totalmente, y se sentía “escondida”, más bien “ocultada”.

Apoyó sus manos sobre la cabeza de Lud, meciéndola sin intención de despeinarlo pero haciéndolo aún así. – Yo sé, entendí, no te preocupes… – Sonrió divertida. Notó que observaban su pegatina de la jarrita de cerveza y sacó una plancha de esas de dentro de su “bolsa mágica”. Sacó una y la pegó en el móvil del alemán, riendo al mismo tiempo. – Sí, eso mismo es… Me encanta la cerveza… – Era relativamente alcohólica, aunque únicamente de cerveza, alemana, belga, de donde viniese, casi siempre le gustaba. – Si nos permitiesen tomar en el Instituto, te invitaría a mi habitación a beber un rato, o… ¿No te gusta la cerveza? – Eso sería bastante extraño, todos los alemanes que había tenido la oportunidad de conocer eran AMANTES de esa delicia, pero igual debía preguntar, por si las dudas, total, ¿qué sabía ella?.

Soltó una carcajada mientras se colocaba detrás de él y se acomodaba, apoyándose y entrelazando sus brazos alrededor del cuello del chico. – Se oye aún más gracioso cuando lo haces tú… Lo siento, es que vivo entre gatos allá en Bruselas y bueno… Se me pegaron sus maullidos… – Suspiró – ¿No tienes ningún “tic” o algo que suelas hacer? ¡Algo que prácticamente lo hagas sólo tú!... Por ejemplo, yo noté que siempre carraspeas para acomodar tu voz luego de que te incomodas o ruborizas … Se me hace bastante tierno y divertido… – Bajó su cabeza hasta la mejilla del rubio y le dio un pequeño besito ahí, para luego morder despacito, divirtiéndose mientras lo hacía…– Ggrr…rrrg… – Gruñó.

Spoiler:

Estaba bastante celosa por la relación que llevaban los hermanos de Lud, y también por la misma relación que llevaba él con ellos, siempre tuvo la esperanza de que su hermano mayor también la tratara como ella a él y se llevaran tan bien como esperó toda su vida, pero no iba a poder ser así, probablemente nunca, a pesar de todos sus intentos él seguía rechazándola… No es que no la quisiera, pero bueno… Cosas de hermanos – Qué envidia… Me gustaría llevarme así de bien con… – Suspiró, sacudió su cabeza y dejó de hablar, volviendo a sonreír por las “palabras de aliento” que decía el alemán, ese chico le caía muy bien, era bastante amable y al parecer le gustaba dar consejos, cosa que muchas veces le iba a venir de maravilla. – ¿Así que ellos son los que dicen “awesome” todo el tiempo? … Me gusta esa palabra, es divertida… – Rió, cubriéndose la boca y encogiéndose de hombros, la verdad había descubierto hacía poco lo que significaba, y claro que lo había buscado en un libro de inglés>>alemán [y viceversa].

Observó la rápida mano de él acomodando su cabello. – Disculpa, imaginé que no te gustaba, pero no pude contenerme… – Dijo, entre sonrisas de “perdón” y “aún así me gustó hacerlo”. – No es que me guste romper las reglas, no me atrae para nada, pero a veces siento la necesidad de beber un poco… Y siempre que salgo al pueblo, trato de hacerlo… Puede que un día de éstos vayamos juntos, ¿sí? ¿te parece?. – Sería raro tener un compañero de bebida, o algo así, pero bueno, a ella le gustaba la cerveza, no era ningún pecado, y si era belga mejor todavía, el suave sabor y la espuma, de sólo pensarlo se le hacía agua a la boca, maldita borracha. “Soy una alcohólica… Una mujer alcohólica, que feo” se rió de sus propios pensamientos y escuchó el final del estereotipado comentario del alemán, lo que la hizo reír aún más.

Se dio cuenta rápidamente de que la temperatura del rostro de su acompañante había cambiado y dejó de morder, para observarlo muy MUY de cerca, sí, qué se puede decir, no respeta para nada el espacio personal, ni siquiera sabe que existe. Sonrió. – ¡Te mordí, Lud!. – Bienvenida la obviedad, ya sabía que se había dado cuenta de eso, era más que idiota su respuesta, pero no había mucho que decir sobre eso, no era nada diferente a lo que dijo y para nada tenía una razón. – Tuve un impulso y lo hice, estás colorado y nervioso, eso me parece tierno y gracioso… – Aún "invadiéndolo", rió.

Spoiler:

Sonrió y meció la cabeza, no quería hablar demasiado ella de su hermano, pero definitivamente tenía que hacerlo, él le había contado sobre sus “awesome” hermanos y de la relación que tenían, ella no era de mantenerse misteriosa. – Mi hermano… Él es serio, pero muy bueno si lo conoces, tiene un gran amor por las flores y los conejos y el… porno… – Rió, lamentablemente no era mentira, tal vez había cambiado, sinceramente no tenía ni idea, jamás lo había vuelto a ver. – Tuvimos una pelea, a veces puedo ser muy molesta y él se cansó de mí, entonces se fue a vivir a Holanda… Esto hace ya algunos años… – Suspiró, algo melancólica. – Luego de eso nunca más lo vi, y ya, no hay mucho más que eso. – Sacudió la cabeza para “sacar” todos esos recuerdos y volvió a sonreír.

– ¡La de tus hermanos es una personalidad bastante… “¿original?”! No conozco a nadie que se auto-proclame de “awesome”, me parece muy gracioso, es genial. – Rió. – Te sueles acostumbrar a esas actitudes de las personas que quieres, digo, es parte de querer a alguien. – Siempre había creído lo mismo, y eso obviamente la hacía pensar que su hermano no la quería.

De repente la cerveza se le vino a la mente y levantó su mano, rozándola por su boca. “Aghh… quiero…” pensó, ya estaba seriamente necesitando una buena cerveza de su país, o de otro lugar, daba igual, estaba abierta a nuevos sabores, aunque siempre fuese a pensar que la cerveza belga es la MÁS deliciosa de todas.

Levantó su mirada y se alejó un poco, no era su intención incomodarlo así… No tanto al menos. – Sí, disculpa, olvidé que somos de países distintos y que no tenía que comportarme así… – Suspiró. – No te pongas incómodo, perdón, perdón…Pardon, sorry, het spijt me… – Se sentó en la silla y volteó su mirada hacia la ventana, pensaba que el alemán estaba enfadado con ella, así que no tenía el valor para verlo a los ojos.

Spoiler:

– ¡No! … ¡No es normal! Es decir, sí, lo es, yo también veo a veces, pero él está como… Obsesionado… – Dijo, entre risas y suspiros, realmente se atrevería a decir que a su hermano le gustaba más la pornografía que la cerveza y eso sí era raro.
Sonrió entre melancólica y feliz mientras escuchaba la contestación del alemán, en parte le gustó que le hubiese dicho eso, la ponía contenta que en algún extraño sentido la estuviese defendiendo. Nunca nadie había hecho eso. – Está bien, no te preocupes, gracias… – Su sonrisa típica volvió a su rostro se levantó e hizo un pequeño saltito en el lugar, acompañado de un giro, demostrando su alegría tal vez. Luego simplemente se sentó otra vez en su lugar.

En realidad, no estaba totalmente convencida de que su hermano no la quería, pero muchas veces reflexionaba sobre el tema en sus tiempos libres y llegaba a la misma conclusión, probablemente no quería aceptarlo. Para nada quería saber que su hermano no la quería, pero eso no iba a quitarle para nada la sonrisa en ése momento, puesto que luego de unos segundos, el chico le dio a entender que la quería. Se sonrojó levemente y sonrió, tratando de ocultar el rojizo de sus mejillas. – D-danke…– Agradeció en voz muy baja, casi fue un susurro.

Observó su hombro y la mano que el muchacho había colocado en él, esbozó una sonrisa y asintió. – Lud, no importa, no hay nada que perdonar, no estaba asustada, pero creí que estabas enojado. – Sacudió la cabeza. – Me alegra, yo también quiero ser tu amiga, pero yo tengo mucha paciencia, además me encanta cómo eres. – Cerró los ojos y sonrió.

Concentrada en el paisaje precioso que había a otro lado del vidrio, no se percató de la cercanía del alemán, hasta que sintió un mínimo roce en su mejilla. Un cosquilleo le recorrió todo el cuerpo, sus mejillas se tornaron color carmín y con una pequeña sonrisita volteó a ver al chico, bastante sorprendida. No se esperaba para nada una reacción así de su parte. – ¡A-ah! ¡Lud! – Rió. Realmente sentía que eso a él le costaba pero que lo hacía por ella. En un acto reflejo lo tomó de las mejillas y besó su frente y pasando sus brazos por alrededor de su cuello, lo abrazó. – T’estimo, Lud.

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