Dolores de cabeza [Priv. Astrid Heyerdahl]

-Caminó con dificultad a través de los pasillos para llegar a la enfermería. Tenía un desagradablemente molesto dolor de cabeza que no había dejado de perturbarlo desde que despertó aquella mañana.
Su compañero de cuarto culpó a los audífonos que nunca se quitaba y que incluso en ese momento llevaba sobre sus oídos para no dejar de escuchar nunca su preciado heavy metal, pero él creía que era gracias a la influencia de un molesto chico de la escuela que no paraba de hablarle y meterlo en cosas que a él no le interesaban.
Se llevó un par de dedos a la frente mientras que usaba la otra mano para abrir la puerta de la enfermería y se adentró. Era la primera vez que iba a la enfermería así que no sabía si se trataba de una enfermera o un enfermero, pero sea quien fuera no estaba allí; el lugar estaba solitario.
Se encogió de hombros como restándole importancia al asunto y se dirigió a unas gavetas que por allí se encontraban y comenzó a buscar alguna píldora o algo que le sirviera para apaciguar el desgraciado dolor.
Aunque le doliera no se quitó los audífonos ni tampoco bajó el volumen de su reproductor, era su costumbre y no había mejor remedio para sus males que su ruidosa música que hasta llegaba a escucharse por quienes caminaran a su al rededor.
¿Dónde estarían aquellas píldoras? No las podía encontrar, pero qué más daba, tenía tiempo. Tan sólo esperaba que nadie más entrara en la enfermería pues podía meterse en problemas si lo veían allí solo sin la enfermera o algún docente-

-Desde horas de la mañana considerablemente tempranas, ella había estado rondando los pasillos de la institución, familiarizándose con la misma, ya que era un lugar poco acogedor, y allí se encontraría hasta acabar los cursos restantes. Se había detenido en la enfermería, únicamente para sentarse un rato después de haber caminado ya un par de horas, ¿por qué en la enfermería? Pues razón no existía; simplemente pasaba por allí y no había nadie. Mientras no hubiese un por qué no, el por qué no importaba.
Ya en la enfermería, sin siquiera preguntarse si habría alguien ahí, se aproximó a un pequeño y vacío cubículo que había atravezando una delgada cortina, sentándose en la camilla que allí había. Suspiró leve, no se sentía muy bien; quizá era cansancio, o algo de sueño por haberse levantado antes de lo regular.

Tras un par de minutos, escuchó que alguien rodaba la manigueta de la puerta, abriéndose luego la puerta. Le tomó poca importancia y ni siquiera asomó la mirada para visualizar quién era, hasta que percibió un sonido desgraciadamente tedioso, ¿era música? Sí, pero tal y como la oía, se encontraba incapaz de apreciarla, tan solo ruido escuchaba. Algo hastiada, se levantó a hizo a un lado la cortina, saliendo del cubículo para ver que el noruego estaba allí, buscando píldoras. -¿Podrías por favor bajar el volumen? -Intentó decir de manera educada, sin embargo aquellas palabras fueron emitidas con un amargo tono de molestia. No le importaba el hecho de que, lo más probable era que ni le oyese con los audífonos puestos, tan solo quería algo de silencio.

-Continuó revolviendo las gavetas incluso después de que la chica le pidiera que disminuyera el volumen de su aparato de música, pues, como era de esperarse, ni siquiera la escuchó, y como estaba casi de espaldas y pendiente de encontrar las dichosas píldoras ni se percató de que no estaba solo en aquel lugar-
-Revolvió más las gavetas hasta que encontró una caja, se relajó pues supuso que allí estarían las píldoras pero cuando abrió el recipiente allí no solo se encontraban píldoras diversas para varias dolencias, sino también algunas jeringas y unos frascos con quién sabe qué-
-Sacó la caja y como nunca imaginó que el contenido sería tan pesado la base del cubo se rompió dejando caer todas las cosas que estaban allí adentro las cuales se quebraron en miles de pedazos haciendo sonar un estrepitoso ruido que a penas pudo escuchar. Miró a través del agujero de la caja como si viese si quedase algo, e inspeccionando la ruptura la alzó al frente y por medio del agujero vio a la muchacha que se hallaba frente a él. Maldición, sólo esperaba que no fuese alguien del concejo estudiantil para que no lo metiera en problemas-
-La miró por un momento fijamente y sin mayor expresión en su rostro hasta que de pronto su mirada volvió a bajar y vio allí las píldoras que necesitaba. Se inclinó y las tomó entre sus manos dirigiéndose a un lavabo para beber un par, dejando todo tirado y hecho un desastre allí en el piso e ignorando vilmente a la muchacha-

-Al oír el estruendoso sonido de las cosas caer y romperse, dio inconcientemente un pequeño saltito, algo asustada quizá. No fuese a darse la ocación de que algún frasco fuera de vidrio y se cortara con algún pedazo, no.
El no recibir una respuesta por parte del muchacho que ahí se encontraba le fastidió, considerablemente. ¡Oh, vamos! Encima de que ni siquiera le contestó, no mostró la amabilidad de bajarle tan solo un poco al volumen, ¡Y eso que le pidió 'por favor'! Al parecer, los modales allí sobraban.
Miró al noruego, disgustada, y con la boca un tanto torcida, al ser ignorada de manera tan obvia.
-¿Dejarás todo eso allí? ¡Escúchame! -Y enfatizó aquella última exclamación, con un tono suficientemente alto como para que le escuchase. Y mientras, prácticamente gritaba, tomó su hombro para voltearlo. No dejaría que se fuese así como así habiendo dejado semejante desastre, además de haberle ignorado de tal manera. Y, por otra parte, ¿a quién culparían de aquel desastre cuando el o la encargada de la enfermería se enterase? Seguramente a ella, si es que alguien la viese siendo la última estudiante saliendo de la enfermería. Nunca aceptaría meterse en problemas por culpa agena, muchísimo menos en su primera semana de clases.

Ahí se quedo, sosteniendo al noruego con una mirada insistente. Sí, esperaba algo que quizá no sucedería. Que recogiese lo que tiró, o que por lo menos bajase el volumen de aquella música, que cada vez se le hacía más tediosa.

-Se dirigía al lavabo para beber la medicina cuando de pronto sintió el tacto de la muchacha sobre su hombro, haciendo que se volteara. Se quedó allí mirándola sin hacer nada más por un buen rato hasta que por fin deslizó sus manos hasta sus auriculares y los bajó con detenimiento hasta sus hombros, pero no bajó el volumen de su reproductor (pues no había escuchado lo que dijo la chica), así que ahora la música se escuchaba más fuerte en el ambiente al no ser amortiguada por la cabeza del noruego-

-Estrechó la mirada entrecerrando los ojos- ¿Por qué gritas? -preguntó cínicamente(?) y miró en dirección a la puerta de salida- Haces mucho ruido, si alguien oye nos meteremos en problemas. -Dicho eso abrió el sobre de píldoras, tomo un par y levantó de una mesita una botella de agua de entre un montón que antes no había visto. Se echó las dos píldoras a la boca y las tragó con ayuda del agua, agua que después siguió bebiendo hasta acabarse la botella. La dejó sobre la misma mesita junto con el sobre abierto de las pastillas y volvió a dirigir su mirada a la chica-

-Bufó entre dientes, aquella calmada y cínica pregunta le irritó muchísimo. Intentó bajar la histeria, así que suspiró leve, para así responder decentemente. -¿Por qué grito? Porque, al parecer, de otra manera ni te hubieras enterado de que te dirigí la palabra. -Y le miró, según ella, de manera penetrante. La verdad es que no había conocido hasta ahora a algún otro alumno de la escuela, y ya había alguien a quien poco soportaba.

-... Baja el volumen. -Pidió, tranquila, no obstante firme. Se colocó la mano en la frente, tapando sus ojos también. Oh, al parecer el dolor de cabeza de aquel muchacho se lo trasladó a la noruega, ya era un ruido insoportable.
Bajó la mano y seguido miró fijamente al chico, pasando luego su mirada al piso, donde yacían los frascos rotos, devolviendo nuevamente la mirada al rostro ajeno, sin querer repetirlo, mas pidiéndole que recogiese lo que tiró. Quitó su otra mano del hombro del muchacho, cruzándose de brazos, y continuó observándole con insistencia. No, no le costaba nada dejar que se fuera y recogerlo por ella misma; o bien dejarlo como estaba. Pero si pasó una vez, sucedería denuevo, seguramente, y no quería que ese tipo de situaciones tediosas se presentaran otra vez.

-al parecer ambos jóvenes eran muy calmos y tranquilos para realizar las cosas, y el noruego no sería quien cambiaría eso, se la quedó mirando por un lánguido momento, observando sus acciones y percatándose de qué es lo que la muchacha le comunicaba con su accionar-
-Antes no se había dado cuenta pero al parecer ella estaba en la enfermería desde antes que el llegara pero por alguna extraña razón(?) no se había percatado de su presencia-
-Tomó su reproductor y miró la pequeña pantalla por un momento- No quiero hacerlo, me relaja cuando tengo dolor de cabeza... -se llevó una mano a la sien- aunque muchos piensen que no muy buena medicina -respondió volviendo a mirarla. Luego volteó su rostro hacia el piso donde yacía el desastre y se encogió de hombros- ¿No se supone que debe haber gente que trabaje limpiando estas cosas? También debería haber un enfermero pero este es un colegio extraño... -hizo una pausa antes de reflexionar, quizás la chica estaba allí porque era del concejo estudiantil y se estaba encargando de cuidar el lugar, si eso era cierto, podría meterse en problemas si no limpiaba- ¿No eres del concejo estudiantil, verdad? -estrechó un poco su mirada- Aunque de cualquier manera no lo pareces, luces muy infantil -ok, su intención nunca fue molestarla, pero sus habilidades sociales eran prácticamente nulas-

-Respiró ondo, tranquilizándose al recibir una respuesta negativa en cuanto al volumen de la música. Oh, vaya, ahora sí que le estaba dando dolor de cabeza a ella también. Lo sentía como un zumbido apenas, uno bastante sonoro. Retumbaba, retumbaba, y retumbaba... Ya no quería aplazar más aquella insensata conversa.
-P-pues... -Aquella respuesta, a decir verdad, hizo que pensara un poco. La verdad es que tampoco habría mucho problema con dejar ese 'desastre' allí... -Pero estaría bastante mal, digo yo. -Intentó responder algo obvio, sin rodeos. La verdad es que tenía planeado dirigirse a la puerta y salir de una vez por todas, pero la pregunta del muchacho la desconcertó un tanto. -Pues no-... -Había iniciado a contestar algo simple, pues no pertenecía al concejo, pero definitivamente el comentario que añadió sobró, mucho, mucho que digamos. -¿... Infantil? -"¿Es enserio?" tan solo se preguntaba a sí misma. ¿Algo como eso era necesario decirlo? O por otra parte, ¿en serio lucía infantil? ... Ya, tenía clara la posibilidad de que ese chico fuese alguien a quien le gusta sacar a los demás de sus casillas así que no le daría el gusto y permanecería calmada.
Tosió un poco, aclarando la garganta, sin saber exactamente qué responder a aquello, así que volteó la mirada hacia un lado, con un semblante bastante molesto.

-Sin percatarse del enojo de ella pero pensando a su vez que la chica era bastante extraña, simplemente se dedicó a prestar atención a lo obvio pues más que nada le daba pereza sacar otras conclusiones extras e innecesarias- Entonces no eres del concejo, ya me lo parecía -comentó con voz inerte y calmada, luego se acercó un paso a ella y la señaló con suavidad-. Has tosido, debes estar enferma ¿Por eso estás aquí? -inquirió como para no quedarse en silencio, en realidad, a pesar de lo poco que había hablado con ella, le pareció que tenía un acento que se le hacía familiar así que tan sólo quería hacerla hablar un poco más para escucharla-

-Se inclinó y levantó algunas de las cosas que estaban regadas en el piso, pero no todas, después de todo, la mayoría de los frasco se habían roto- Hm... -encontró un sobre con más píldoras para el dolor de cabeza y se lo echó al bolsillo-; De lo demás se pueden hacer cargo los trabajadores -dijo indiferente-